¿Y ahora qué? Cómo actuar cuando el jefe es el problema

Gestionar la carrera profesional es un trabajo en sí mismo. Algo muy serio y que requiere toda nuestra atención. Cuando ya hemos identificado que el jefe es el problema, llega el momento de actuar. Este nuevo post presenta cinco pasos concretos para protegerte, ganar visibilidad y tomar decisiones estratégicas. No se trata solo de aguantar, sino de avanzar con criterio.

ORIOL GUITART

Management

🕒 Tiempo de lectura: 3 minutos

No era el mercado, no era el cliente, no eres tú (o más bien no eres solo tu). El verdadero cuello de botella tiene nombre, apellidos y habitualmente disfruta de plaza de parking fija donde los demás lo hacéis de forma rotatoria. Es tu jefe.

Cómo lo detallé este artículo, existe una figura que no lidera, se impone. Más que inspirar, ordena. No escucha realmente: espera su turno para hablar (cuando lo espera). Las decisiones carecen de criterio, las reuniones giran en torno al ego, y la dirección estratégica brilla por su ausencia. Pero lo más preocupante es la erosión constante de la motivación. Porque trabajar con un mal jefe no solo dificulta proyectos: desgasta a las personas.

La pregunta es inevitable: ¿qué hacemos cuando quien debería facilitar nuestro trabajo es quien más lo complica?

1. Diagnóstico: Aclara tus límites

Primero, pon nombre a lo que estás viviendo. ¿Es una diferencia de estilo o una incompetencia estructural? ¿Hay margen de mejora o estás ante un perfil que no quiere ni puede cambiar?

Definir hasta dónde estás dispuesto a tolerar protege tu autoestima y evita la trampa del autoengaño. Porque no, no se le pasará con el tiempo.

2. Hazte visible fuera de su sombra

Si tu jefe te invisibiliza, debemos trabajar la visibilidad lateral y ascendente. Comparte tus logros en contextos donde se valore tu aportación sin filtros. No es política interna: es supervivencia profesional.

Y si tu jefe se siente amenazado por ello, muy probablemente acabas de confirmar que el problema no eres tú. Lo percibirás claramente cuando existan titubeos o no permita que sigas hablando.

3. Documenta. Siempre.

Cuando detectas manipulación, favoritismos o falta de ética, documenta. No para hacer una guerra, sino para protegerte si un día llega la necesidad de escalar. Porque si algo tienen en común los malos jefes es su habilidad para reescribir la historia cuando las cosas se tuercen.

4. Construye aliados (de verdad)

Identifica quién dentro o fuera de la organización puede ofrecerte perspectiva, apoyo o una salida. Pero cuidado: no debemos confundir terapia de café con una red profesional real. Una que abra puertas, no solo orejas. Un verdadero networking productivo.

5. Prepar la salida (sí, aunque duela)

No debemos idealizar lo que podría ser si «cambiara». Si el contexto no mejora, la decisión madura sola: marcharte no es una rendición, es continuar nuestro journey competencial en términos de desarrollo profesional.

Y no, no siempre hay que “aguantar porque el mercado está difícil”. A veces lo difícil es quedarse y perder años valiosos de crecimiento en un entorno tóxico. Nada es eterno, por lo que planificar nuestros próximos pasos en términos de salida es necesario. Y siempre suele ser mejor salir que ser invitado a salir.

¿Merece la pena quedarse donde no podemos aportar?

A veces la respuesta es sí, porque hay un proyecto mayor, un aprendizaje puntual o una estrategia temporal. Pero si cada día sientes que estás apagando tu voz para que no se moleste, entonces quizás lo que se está apagando es algo más importante.

Hay empresas con jefes que lideran. Que dan espacio, corrigen sin humillar y reconocen sin miedo. Puede costar encontrarlas. Pero existen.

Sobre el autor

Oriol Guitart es un experimentado Business Advisor, estratega en negocios digitales y marketing, formador en empresas y Director del Master en Marketing Digital & Innovación en IL3-Universitat de Barcelona.

Deja un comentario