La palabra «liderazgo» se utiliza mucho hoy en día. Parece que todos, desde directores ejecutivos hasta gerentes intermedios e incluso colaboradores individuales, están ansiosos por etiquetarse a sí mismos como líderes. Pero ¿es ‘liderazgo’ la palabra que mejor define nuestras actuaciones como Managers?
En mi experiencia, hay un momento y un lugar para un liderazgo fuerte y decisivo, pero no siempre es la estrategia más efectiva. A veces, lo que realmente se necesita es una buena gestión tradicional.
Permítanme ilustrarlo con un ejemplo de mi pasado: como Brand Manager y Director de Marketing de una empresa francesa de comercio electrónico de moda, nos enfrentamos en su momento a una tormenta perfecta de vientos económicos adversos. El aumento de los costos de las materias primas, la desaceleración económica mundial y el aumento de la competencia estaban afectando nuestros resultados.
En ese momento, el «liderazgo» pasó a un segundo plano. Lo primordial era una actuación rápida y diligente. Necesitábamos ajustar rápidamente nuestros presupuestos, optimizar las operaciones y tomar decisiones difíciles para garantizar la supervivencia de la empresa. Esto requería una gestión sólida: comunicación clara, planificación meticulosa y la capacidad de adaptarse rápidamente a las circunstancias cambiantes.
Explicar el «por qué» detrás de cada decisión era crucial, pero tuvo que esperar. La prioridad inmediata era estabilizar el barco y garantizar que el equipo pudiera seguir funcionando de manera efectiva.
Esta experiencia reforzó la idea de que el liderazgo y la gestión son conceptos distintos, aunque entrelazados.
- El liderazgo se centra en la visión a largo plazo, inspirar equipos, fomentar una cultura positiva y empoderar a las personas. Se trata de influir y guiar a otros hacia una meta común. Los verdaderos líderes a menudo emergen orgánicamente, ganándose el respeto y la confianza de sus equipos a través de sus acciones y su genuino deseo de servir.
- El management debe ocuparse de las operaciones diarias, estableciendo objetivos claros, asignando recursos, monitorizando el progreso y asegurando que las tareas se completen de manera eficiente. La gestión efectiva es una habilidad crítica, a menudo subestimada en nuestra búsqueda de un liderazgo carismático.
Desafortunadamente, hemos visto un aumento de lo que yo llamaría «fake leaders«. Se trata de individuos que anhelan el título pero carecen de las cualidades esenciales de un verdadero líder: empatía, integridad y un genuino deseo de servir a su equipo. Pueden poseer sólidas habilidades de gestión (o no), pero carecen de la visión, la influencia y la inteligencia emocional para liderar verdaderamente. Su búsqueda de liderazgo puede estar impulsada por un ego inflado o un deseo de reconocimiento, en lugar de un deseo genuino de inspirar y empoderar a otros. Si bien algunos pueden convertirse en verdaderos líderes con el tiempo y la experiencia, un pertinaz y reiterado enfoque en ese ‘título’ en sí mismo puede ser un obstáculo significativo.
«El verdadero liderazgo no se puede buscar activamente. Surge orgánicamente de una combinación de experiencia, carácter y la confianza y el respeto ganados de los demás.»
Reconocer que no todos están hechos para ser líderes es un ejercicio de madurez profesional. El liderazgo requiere una combinación única de habilidades y rasgos de personalidad que no todos poseen.
Si bien el liderazgo es indudablemente valioso, es crucial reconocer que hay momentos en que un management sólido es no solo el enfoque más efectivo, sino el necesario. Al comprender los matices de ambos, el liderazgo y la gestión, y al apreciar el valor de una gestión sólida y consistente, podremos navegar mejor en entornos complejos y alcanzar nuestros objetivos adaptados al contexto y situación de cada momento.