La confianza no crece en audiencias saturadas

La hiperproducción diaria de mensajes puede generar todavía impacto, pero también rechazo. La atención dejó de ser un recurso escaso para convertirse en un mecanismo de defensa. En esta nueva fase ya no gana quien más publica, sino quien menos necesita justificarse. El verdadero valor no debería estar en aparecer, sino en ser creíble. La era del ruido puede continuar o no; la del rigor, ¿ha empezado de verdad o seguimos esperando inútilmente a que alguien baje el volumen?

ORIOL GUITART

Marketing

🕒 Tiempo de lectura: 5 minutos

De la economía de la atención a la economía de la credibilidad

Durante más de una década, la lógica dominante en comunicación y marketing ha sido simple: si estás presente, existes. La prioridad era ocupar espacio mental (el tan cacareado ‘share of mind‘), aparecer en todas partes, multiplicar puntos de contacto. Las marcas generaban mensajes, los medios amplificaban, los algoritmos distribuían.

Y así, sin darnos cuenta, entramos en una fase de hiperproducción comunicativa.

Primera fase: saturación.

El volumen de inputs creció de forma exponencial —notificaciones, formatos cortos, impacto express, caducidad inmediata— hasta convertir cualquier timeline en un flujo constante de estímulos compitiendo por segundos de atención.

«Desde el punto de vista del receptor —y a la vez decodificador del mensaje—, la mente humana no escala al ritmo de las máquinas. El resultado no fue mayor impacto, sino mayor resistencia.»

La audiencia se volvió selectiva. Filtrar dejó de ser una elección y pasó a ser un mecanismo de supervivencia cognitiva.

Segunda fase: competencia por el “share” de atención.

Una vez saturado el espacio, la batalla ya no era por llegar, sino por retener. Las marcas empezaron a luchar por pequeños porcentajes de tiempo mental, como si la atención se hubiera convertido en un activo financiero.

CTR, watchtime, dwell rate… indicadores concebidos para medir interés acabaron convirtiéndose en indicadores de agotamiento.

Tercera fase: estabilización y fatiga.

El sistema se volvió ineficiente. Para lograr el mismo efecto hacía falta multiplicar la presión. Más impactos, más contenido, más formatos. Pero cada esfuerzo adicional generaba menor retorno. Igual que en un mercado especulativo sobrecalentado, llegó el punto en el que el crecimiento basado en volumen dejó de tener sentido económico.

Y aquí es donde entramos ahora: la fase del rigor.

El nuevo diferencial es la credibilidad.

Cuando la saturación ya no funciona como estrategia, solo queda una alternativa: ser relevante de verdad. Y para ser relevante de verdad no basta con aparecer; hay que sostener lo que se dice, demostrarlo, y mantenerlo en el tiempo. Eso tiene otro nombre: credibilidad.

La atención se puede conseguir con planificación y presupuesto, mientras que la credibilidad solo se obtiene con coherencia y consistencia.

«Y aquí hay otro efecto colateral importante: la saturación no solo agotó al público, también distorsionó la percepción de autoridad

No siempre llegaron arriba los mejores argumentos; muchas veces llegaron los más optimizados. Voces que quizá deberían haberse quedado en círculos pequeños acabaron amplificadas por pura ingeniería de visibilidad. Y cuando eso ocurre masivamente, el sistema responde con escepticismo.

Influencia sin solidez: el peligro del valor aparente

Uno de los efectos más delicados de esta transición es que la atención mal asignada no solo agota, también corrompe.

Hay creadores que influyen de forma real, movilizan comunidades y generan valor para su audiencia, pero lo hacen apoyándose en verdades retorcidas o directamente falsas. El problema no es su alcance, sino el impacto social de colocar relatos simplistas y seductores por encima de análisis complejos pero necesarios.

La economía de la atención ha convertido la solvencia intelectual en un accesorio opcional; la de la credibilidad exigirá volver a ponerla en el centro.

Visualizando el cambio de paradigma

En el ecosistema digital actual, existe una relación habitualmente inversa entre volumen y valor: mientras la atención es abundante pero dispersa, la credibilidad es escasa y difícil de construir.

Piramide de la audiencia a la credibilidad ESP scaled

«Captar la atención requiere estar presente en el ruido constante de las redes, de forma intensiva y extensiva. Pero transformar esa atención en confianza demanda consistencia, coherencia y tiempo.»

Y es precisamente la confianza la que nos permite ascender al nivel más alto: la credibilidad, ese activo intangible que diferencia a las marcas y profesionales verdaderamente relevantes de aquellos que solo generan ruido.

¿Quién está preparado para esta nueva etapa?

No quienes más han gritado, sino quienes nunca dependieron del grito:

  • Empresas que han vivido de la confianza sostenida más que de campañas brillantes: Patagonia renunciando a rebajas para mantenerse coherente con su discurso medioambiental.
  • Plataformas que no compiten por volumen sino por reputación: Infojobs explicando (con mayor o menor éxito) pero sin épica la realidad del empleo en lugar de vender humo motivacional.
  • Profesionales que han construido autoridad a base de consistencia, incluso sin exposición masiva —muchos referentes en ciberseguridad, ciencia o regulación que aportan primero y opinan después.

Conclusión

El futuro no será para quien más impacte, sino para quien más resista a la verificación pública. La atención seguirá siendo necesaria, pero pasará a ser un paso táctico. El activo estratégico será tener permiso para hablar y que alguien quiera escuchar. A la audiencia hay que estimularla, pero no bajo cualquier criterio.

Sobre el autor

Oriol Guitart es un experimentado Business Advisor, estratega en negocios digitales y marketing, formador en empresas y Director del Master en Marketing Digital & Innovación en IL3-Universitat de Barcelona.

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