La formación corporativa tradicional suele basarse en teorías, manuales y presentaciones. Todo correcto, pero ¿cuánto de eso realmente se traduce en habilidades aplicables al día a día? La respuesta, por experiencia, es: no tanto como debería.
El aprendizaje por proyectos reales cambia las reglas del juego. En lugar de limitarse a absorber conceptos, los equipos aplican lo aprendido a situaciones concretas, enfrentándose a problemas reales, tomando decisiones y (lo más importante) viendo el impacto de sus acciones. Una secuencia qué, bien interpretada, debe permitir entrar en un loop de crecimiento individual y colectivo.
Por qué funciona el “learning by doing”
O ya sabemos hacerlo, o deberemos aprender. Además, estamos en un ámbito dinámico donde una única ejecución no nos convertirá en expertos, de la misma forma que cada situación que afrontamos a nivel corporativo tiene similitudes con anteriores, pero también especificidades que harán que nuestra actuación nunca pueda ser una ejecución «estandard».
Es necesario asimilar lo anterior, ya que facilitará implementar una cultura basada en el learning by doing, la cual tendrá a su vez varios beneficios:
- Conexión inmediata con la realidad
Aplicar conocimientos en proyectos reales obliga a los participantes a adaptar lo aprendido al contexto concreto de su empresa. Esto genera comprensión profunda y no solo memorización. - Refuerzo del compromiso y motivación
Cuando los colaboradores ven que su trabajo tiene un resultado tangible, su motivación se dispara. Aprender deja de ser un ejercicio abstracto y pasa a ser un desafío significativo. - Desarrollo de habilidades transversales
Los proyectos reales no solo enseñan contenidos técnicos: también fomentan liderazgo, colaboración, gestión del tiempo y resolución de problemas, habilidades críticas en cualquier organización. - Feedback inmediato y aprendizaje iterativo
Trabajar sobre proyectos permite recibir retroalimentación real y ajustarse al momento. Cada error se convierte en una oportunidad de aprendizaje, acelerando la curva de desarrollo.
‘Learning by doing’ en escuelas de negocio
El modelo de aprendizaje basado en proyectos no es exclusivo de las empresas. Las escuelas de negocio también lo aplican con éxito mediante metodologías como:
- Método del Caso: los estudiantes analizan situaciones reales y deciden estrategias, simulando la toma de decisiones en el mundo empresarial.
- Workshops: talleres prácticos donde se trabajan problemas concretos en grupos multidisciplinares.
- Bootcamps intensivos: programas muy orientados a sprints, donde se desarrollan competencias específicas de forma rápida y aplicada.
- Simulaciones de negocio: los estudiantes toman decisiones en entornos virtuales que replican dinámicas empresariales reales, afrontando dilemas financieros, operativos o estratégicos, y viendo el impacto de sus decisiones en tiempo real.
- Desarrollo de modelos de negocio: en lugar de solo analizar empresas existentes, los estudiantes crean sus propias propuestas desde cero, trabajando desde la idea hasta el pitch final ante un jurado de expertos o inversores.
Idealmente, los profesionales deberían llegar a las organizaciones ya familiarizados con dinámicas de aprendizaje “learning by doing”, de manera que la transición a proyectos corporativos reales sea más natural y efectiva. Esto crea una continuidad en el desarrollo de habilidades, evitando la desconexión entre formación académica y aplicación práctica en la empresa.
Cómo implementar un modelo basado en proyectos reales
Podemos considerar cinco pasos a seguir:
- Definir objetivos claros
Cada proyecto debe alinearse con las metas estratégicas de la empresa. No se trata de hacer cualquier actividad, sino de trabajar en iniciativas que aporten valor real. - Seleccionar proyectos relevantes y viables
Lo ideal son proyectos que tengan impacto tangible, pero que sean realizables dentro del tiempo y recursos disponibles. Esto permite experimentar sin generar riesgos excesivos. - Asignar roles y responsabilidades
Cada participante debe tener tareas concretas y su grado de responsabilidad, de modo que se fomente la colaboración y la rendición de cuentas. - Medir resultados y aprendizajes
No basta con completar el proyecto; hay que evaluar qué se aprendió, cómo se aplicaron las habilidades y cuál fue el impacto en el negocio. - Documentar y replicar buenas prácticas
Los proyectos exitosos se convierten en casos de estudio internos, que sirven para futuras formaciones y para crear una cultura de aprendizaje continuo.
Casos prácticos: ejemplos de éxito
- Equipos de marketing lanzando campañas piloto: aprenden a gestionar presupuestos, segmentar audiencias y medir resultados reales mientras aplican la teoría.
- Departamentos de producto resolviendo problemas de clientes: desarrollan prototipos funcionales que luego pueden implementarse directamente.
- Proyectos de mejora interna: optimización de procesos, implementación de nuevas herramientas o metodologías, donde los participantes ven el impacto tangible de sus aportaciones, al poder medir el gap positivo generado por ese nuevo proceso vs. su estructura inicial.
Conclusión
Aprender haciendo no es solo una metodología; es un cambio de mentalidad. Permite que los equipos desarrollen competencias reales, experimenten con seguridad y conecten la formación con los objetivos estratégicos de la empresa.
La pregunta ya no debería ser “qué aprendieron”, sino “qué fueron capaces de hacer con lo aprendido”. Integrar esta dinámica desde las escuelas de negocio hasta la organización asegura continuidad en el aprendizaje y maximiza el impacto real de la formación corporativa.



